lunes, 3 de noviembre de 2014






Leyenda de la Monja Blanca


En los primeros tiempos había un Gran Señor dueño de cerros y valles (Tzuultaq'a) que bajaba una vez al año al pueblo. Un día vio a una princesa muy hermosa de la cual se enamoró, el Gran Señor fue a su casa y pidió a sus padres la mano para casarse con ella, a cambio el les ofreció un cofre con mucho dinero.
El Gran Señor la quería tanto que la complacía en todo. Entonces los padres se aprovecharon pidiéndole cosas como plata, tierras y maíz.
La joven de la vergüenza se enfermó de ver la ambición de sus padres. Un día quisieron ellos aprovecharse de la bondad del Gran Señor ( Tzuultaq'a) y fueron al cerro a buscar a su hija, más no encontraron a nadie, solo una gran luz entre los árboles, entonces comprendieron que era el alma de su hija. Al verlos el Gran Señor, que estaba muy molesto los convirtió en troncos de árbol y luego de llorar por muchos días a su amada el Gran Señor convirtió aquella hermosa luz en una flor blanca de inmensa belleza, así fue como nació la Monja Blanca.

 La Sierpe (Leyenda de Salamá)

Los abuelitos contaban acontecimientos de principios del siglo veinte que daba temor a las personas por esas narraciones. Decían que hace muchos pero muchos años aconteció un fenómeno de la naturaleza en el municipio de San Miguel Chicaj. Llovió con furia y en las pocas casas que existían las tejas ya ruidosas dieron lugar a muchas goteras, de manera que los vecinos se tuvieron que refugiar en el edifico de la municipalidad, era un edificio bien construido. Los organales que formaban callejones binen delineados como consecuencia de los trazos de los españoles en tiempo de la conquista, sufrieron averías. Lo que más recordaban los vecinos y que los llenó de espanto, fue una sierpe descomunal, medía muchos metros y de gran grosor, la vieron atravesarse en el centro del pueblo, iba entre las correntadas de agua sucia que fueron a dar al río lleno de tanta agua.

Los kajauicheles (personas poderosas dentro de la religión católica) subieron al campanario de la iglesia y repicaron lo suficiente, hasta que el aguacero amainó.

La sierpe se fue río abajo hasta llegar al río Salamá, al secarse las aguas, salió lentamente y al ver un zanjón largo y obscuro se metió a vivir allí. Este zanjón está exactamente frente a lo que hoy es el rastro municipal de ganado mayor y menor, cercano al río que pasa debajo del puente la Libertad en la ciudad de Salamá. Muchas gentes creen haberla visto, dicen que ha crecido mucho, de tal manera que se transformó en leyenda. Algunos comentan que le han visto dos cachos de carne sobre su cabeza, por lo que poca gente se atreve a pasar por ese lugar, principalmente cuando principia a oscurecer; también afirman que su alimento diario es la sangre de los animales que destazan en el rastro.

Ambrosio era un muchacho de veinte años y a la altura del puente la Libertad, sus amigos lo encontraron y al verlo con el pelo hirsuto y preguntarle que le había pasado; no podía hablar, señas hacía hacia el rastro y al fin pudo decir:
¡La Ser… pe me salió la sier….pe!

Tuvieron que darle un trago de aguardiente con limón, en una cantinita que cerca había. En otra oportunidad, doña Beta, pasaba por el rastro con su bebé en brazos, eran las seis de la tarde, cuando vio a la sierpe a medio callejón, salió huyendo, del susto botó a su bebé. La sierpe se lo comió. Gendarmes y vecinos salieron en busca de la sierpe, al acercarse al zanjón, oyeron fuertes resoplidos de animal furioso, también huyeron.

Doña Beta se enloqueció anda aun deambulando por las calles.

La sierpe sale, toma sangre, se arrastra a su madriguera y asecha a cualquier persona desprevenida. Lo que las personas afirman es que cuando la sierpe sale es porque sale.

El Profe

(Cuento)

Hablando de la misma persona (Maco), pasados unos años, se fue acercando a la cabecera municipal, en ese tiempo se terminó la construcción de una escuela en la parte alta de Senahú, camino a Xalibé, específicamente en Semuc y a nuestro amigo Maco se le nombró Director con Grado en dicho establecimiento; además de él había una Maestra a quien todos conocemos como la Seño Tina, trabajaron mucho tiempo juntos.
Un día Maco fue citado a la Supervisión Regional, le dieron algunas instrucciones como resultado de las últimas evaluaciones que se habían hecho en dicho establecimiento; al regreso, de inmediato citó a su compañera profesora para informarle sobre lo acontecido en la reunión, le dice: -Mire seño, por favor, por instrucciones de la Jefatura hay que convocar a una reunión con los padres de familia lo más rápido posible, así que por favor hágame una circular para que la reunión se lleve a cabo el día viernes próximo a las nueve de la mañana en punto, porque van a venir algunas personas y autoridades del municipio, así que por favor le encargo.
Esto sucedió el día lunes, el miércoles la seño se le acercó al Sr. Director diciéndole: Profe ya la circular para la convocatoria de la reunión la tengo hecha, solo con una duda: -¿Cuál seño? le dijo él con toda tranquilidad. Pues mire, le contestó: -Toda la nota está redactada, únicamente tengo una duda. -¿Cuál? Le dijo el Sr. Director. Ella responde: -¿Con qué be se escribe viernes? Maco que estaba sentado, se separó un poco del escritorio en actitud pensativa, confusa, se pone las dos manos en la cabeza desplazándolas hacia atrás, como que se estuviera arreglando el cabello, luego vuelve la mirada hacia ella y le dice: -Seño ¿Sabe qué? Me siento muy cansado, mejor trasládela para el lunes por favor. Se levantó de la silla, se retiró de inmediato del salón de clases y se dirigió hacia el Pueblo.


El Panteón 

(Cuento)

En los pueblos, la mayor parte de la gente no se preocupa del final, que todos los seres humanos tenemos, el momento de la muerte, en ese sentido casi nadie tiene un lote o un panteón en el cementerio, ¿Verdad que esta es una realidad que casi todos vivimos? Sin embargo, hay personas que ven esta debilidad como una oportunidad para hacer negocio, a eso se va a referir lo que les voy a contar a continuación.

Durante toda la historia de nuestro pueblo, han habido varias personas, entre ellas Zacarías Cuz, Q.E.P.D., que han mandado a hacer su panteón, en vida, pero que a la primera oportunidad que se presenta lo han vendido, aprovechando la necesidad que genera la muerte inesperada de alguien, no lo hacen como negocio, sino como una ayuda al necesitado, que excelente si esa fuera la finalidad.

Pues bien, resulta que Don Amilcar, decidió que ya era tiempo de tener su lugar de descanso, eso lo obligó a hacer una visita al cementerio, que como todos nos recordamos se sitúa en una colina alta y que es algo cansada la subida especialmente para los gorditos.

Don Amilcar, ascendió hasta la cima del cerro, donde hoy hay un quiosco, admiró una vez más toda la belleza del paisaje, pues es un mirador estratégico; fijó la vista a su casa, la de sus hijos, luego ubicó dónde salía el sol. Le habló al trabajador municipal encargado, diciéndole: -Mirá, yo quiero un lugar por aquí, me interesa la salida del sol; le dio una infinidad de explicaciones, total, que casi después de medio día encontró el lugar que él consideró ideal para su panteón; lo marcaron, bajó a la Municipalidad a hacer el pago respectivo y a solicitar el permiso necesario para la construcción.

Todo autorizado. A buscar el albañil y a negociar el costo, otra tarea bastante difícil, porque los constructores salen con que hoy día todo ha subido y nada baja; después de una larga discusión llegaron a un arreglo. Dice don Amilcar: -Me hacés el panteón, yo te doy el treinta y cinco por ciento de entrada, para los materiales y lo que necesités, cuando ya el avance vaya por un cincuenta por ciento yo te pago cuarenta y cinco por ciento, con eso ya te estaría cubriendo el setenta y cinco por ciento del valor total del trabajo, cuando me lo entregués ya terminado con sus acabados bonitos, yo te pago la diferencia, el veinticinco por ciento restante y así cuentas cabales, conservan las buenas amistades. – Trato hecho, Don Amilcar, responde el albañil, está bueno, pero, -¿Cuándo me dá el anticipo? -¿Cuándo tenés tiempo? pregunta el interesado, -Yo, ya; solo busco mi ayudante, compro los materiales y puedo comenzar. -¡Ah! Dice el contratante, que no estaba en esos momentos muy solvente de efectivo, ¡Ah! Pasate mañana a las ocho en punto por la casa, allí te doy lo convenido. -Muy bien, dijo el trabajador y va directo a buscar el ayudante ya para iniciar el trabajo de picado, terraplén, etc., luego a la búsqueda del block, de arena, de hierro y cal, total que ya por la tarde estaba listo.

A la hora convenida estaba el albañil muy puntual reclamando lo concertado. Al recibirlo, se despidieron y se fue a hacer los pagos respectivos de materiales, subió al cementerio y el trabajo se inició.
Eso fue el día martes; los materiales llegaron, subieron agua en botes, porque ése era uno de los problemas para las construcciones, la falta del vital liquido.

El viernes muy de mañana, el albañil estaba en la casa de Don Amilcar, le avisaron, él salió contento preguntándole -¿Qué pasó vos? -Nada don Amilcar, solo le quería avisar que ya el trabajo va por un ochenta por ciento, por lo que necesito el segundo pago, -Puchis vos, eso no puede ser, ni que me estuviera muriendo ya, son babosadas tuyas, mejor esperáme, vamos a ver. -Está bueno dijo el albañil. Entró a su casa a avisar a donde iba, se puso una gorra y salió, llegaron al punto y en efecto el trabajo iba a toda máquina; cuando lo vio no hizo comentario alguno, solo le dijo: -Pasá por la tarde, te doy el segundo pago.
Así sucedió, a las cinco, se hizo presente en la casa y con mucha dificultad pudo cumplir su ofrecimiento, ya que no estaba preparado económicamente para responder con la rapidez que se hacia el trabajo. Su preocupación era grande, porque con el segundo pago ya su disponibilidad se había agotado; debía un veinticinco por ciento y en esos días no tenía programado ningún ingreso. Pensaba, -Ojalá que se tarde toda la otra semana, porque si no, no le voy a poder cumplir y entonces si que no sé que hacer.
 
El domingo a eso de las diez de la mañana, el albañil contratado se presentó a la casa, al verlo le pregunta, -¿Y ahora que vos, paraste el trabajo? No, no don Amilcar, solo venía a informarle que ya está terminado, como usted lo quería. -¡No puede ser! ¡no puede ser¡ Si apenas el martes comenzaste, le responde, -Si, le dijo, pero me necesitan en otro lado, por eso le eché ganas y ya lo terminamos. Hoy si me fregaste vos, pero mirá: – Vamos a verlo, de repente falta algo. Mientras pensaba, “algo malo tengo que encontrarle” para tener pretexto y poder pagarle hasta la otra semana, que primero Dios voy a tener otros centavitos.

Llegaron al lugar, de veras el trabajo se veía muy bonito, con buen acabado, pero Don Amilcar dándole vueltas y pensando, en una de esas le dice al albañil, esperáte me voy a meter a ver como está por dentro, y así lo hizo; se metió, empujándose con las manos y los pies hasta que cupo todo su cuerpo, estuvo un momento dentro, de inmediato salió sacudiéndose la ropa y se dirige al albañil: -No vos, no está bien terminado, mirá, aquí, en el hombro derecho, me lastima, está disparejo, eso hay que arreglarlo la otra semana así te lo vengo a recibir, oíste. El pobre albañil, ya no pudo responder nada, nada, únicamente dijo: -está bien Don Amilcar lo arreglaremos la otra semana